Dieta blanda

 

La comida blanda es con frecuencia una recomendación dietética para problemas o enfermedades digestivas. Los alimentos blandos se caracterizan por ser suaves, bajos en fibra y no picantes. Al seguir una dieta blanda, incluye alimentos de todos los grupos principales para obtener una nutrición no solo más equilibrada, sino también más interesante y, por tanto, con mayor probabilidad de generar adherencia.

Puede ser buena idea que una dieta blanda se incorpore en conjunto con cambios en el estilo de vida que incluyan ejercicio y reducción del estrés, lo cual ayudará significativamente a abordar un amplio abanico de síntomas: úlceras, acidez de estómago, reflujo gastroesofágico, diarrea, náuseas y vómitos. Una dieta blanda también puede ser conveniente tras una cirugía de estómago o intestinal.

Los alimentos blandos suelen ser de textura suave, más bajos en fibra y más altos en pH; idealmente, estarán sazonados ligeramente. Son éstos, entre otros, los factores que ayudan a prevenir un aumento en la producción de ácido, reflujo u otra irritación en tu tracto digestivo.

Aunque parezca lo contrario, una dieta blanda puede ser tan sabrosa como reconfortante para el intestino. El mejor enfoque dietético para los síntomas digestivos es aquél que se enfoca en la causa raíz de sus síntomas, por lo que las recomendaciones pueden variar de persona a persona. Pero, en general, a continuación te contamos lo que debes comer y lo que deberías evitar.

Índice de contenidos

Qué comer

Las necesidades de cada persona son diferentes, por lo que es posible que desee analizar sus opciones dietéticas con su médico o dietista. Pueden proporcionar información adicional en función de su diagnóstico y estilo de vida específicos.

A menos que tenga una alergia o intolerancia alimentaria preexistente, los alimentos comúnmente recomendados en la dieta blanda incluyen:

Frutas y vegetales

El consumo de verduras se ha promovido y extendido durante las últimas décadas. Sin embargo, no todas las frutas y verduras son seguras para una dieta blanda, incluidas las variedades picantes y las que se sabe que causan flatulencias. Los ejemplos incluyen cebollas, pimientos, ajos, espárragos, repollo y brócoli. Otras verduras, como zanahorias, calabazas, patatas, batatas, guisantes, espinacas, maíz y judías verdes son seguras, siempre que hayan sido cocinadas. Los zumos de frutas y verduras son también ideales para dietas blandas. Las frutas frescas, como naranjas, plátanos, pomelos, melones y melocotones son opciones saludables, aunque conviene ser cuidadoso con los cítricos, dada la posibilidad de irritar los tractos gastroesofágicos más sensibles. La mayoría de las frutas y verduras enlatadas también son seguras, así como las mermeladas, aunque sus conservantes y aditivos pueden ocasionar molestias en los intestinos más propensos a ello. Las frutas que más tienden a causar problemas digestivos, como uvas, ciruelas pasas o dátiles, es mejor evitarlas en una dieta blanda.

Productos cárnicos, avícolas, de pescado y de soja

La proteína es un elemento importante de tu dieta, sea esta blanda o no. La carne, las aves y el pescado son fuentes ideales de proteínas para una dieta blanda. Es conveniente evitar proteínas que incluyan picante, exceso de grasa, que estén empanadas o fritas. Las opciones más saludables en términos de facilidad digestiva pueden ser el pescado escalfado, el huevo en todas sus versiones, el pollo al horno o la carne roja a la parrilla, sin olvidar la gelatina, de carácter ampliamente protector para el estómago gracias a su aporte de glicina. El tofu, el tempeh y otros productos de soja pueden ser fuentes adecuadas de proteína para una dieta blanda con un enfoque vegetariano; sin embargo, no dejan de presentar ciertos inconvenientes (como su estrogenicidad o su peor biodisponibilidad).

Lácteos

La mayoría de los productos lácteos son adecuados para una dieta blanda, ya que se caracterizan por ser suaves para el estómago y el tracto digestivo. En este ámbito se incluyen leche, yogur, quesos y helado, una opción fantástica y muy nutritiva en sus versiones más artesanales (los aditivos, excipientes y demás añadidos son siempre algo a evitar), y evitando la inclusión de otros alimentos no favorables en el contexto de una dieta blanda, como los frutos secos. Entre los lácteos, los menos aconsejados para esta dieta son los quesos muy curados, aunque depende del grado individual de tolerancia.

Carbohidratos

A diferencia del consejo dietético común de seleccionar panes integrales o sin refinar, que son más saludables en la mayoría de los casos, los panes blancos o procesados ​​son los mejores en el marco de una dieta blanda. Estos panes no tienen tanta fibra como los panes integrales o sin refinar, lo que los hace más amigables para el tracto digestivo. Opta por pastas y cereales calientes procesados, en lugar de cereales integrales. Generalmente, el arroz blanco es también mejor que el integral, y los copos de avena son más fáciles para el estómago que los granos de avena.

Dulces y alimentos grasos

Otros

Las sopas a base de crema o los caldos claros son excelentes opciones, siempre que sus ingredientes estén en la lista de alimentos que puede comer. El té de manzanilla, con o sin miel, puede ser una bebida relajante. Muchas especias pueden irritar el estómago, pero es posible experimentar con albahaca, perejil, sal y otros condimentos suaves para determinar cuáles puedes tolerar. Como en toda aproximación dietética, la individualidad juega un papel fundamental.

Consejos generales

Comer porciones más pequeñas varias veces al día puede ser más fácil para el estómago que comer dos o tres comidas relativamente grandes. Es importante adquirir el hábito de comer despacio y sin excederse, atendiendo a las señales del cuerpo. Algunos suplementos, como el aloe vera y la raíz de regaliz desglicerizado, se han mostrado prometedores para controlar determinados síntomas digestivos.

Evita comer muy tarde; es bueno permitir descansar a tu estómago desde dos horas antes de acostarte. Además, asociar tus ingestas a los periodos de luz y oscuridad puede contribuir a mejorar tu ritmo circadiano.

La dieta blanda, sostenida en el largo plazo, puede no proporcionar toda la nutrición que tu cuerpo necesita, si bien esto dependerá en gran medida de tu planificación y seguimiento. Siempre es buena idea tener a tu médico al corriente de tus planes de alimentación, de cara a detectar posibles carencias.